Leo noticias tremenadas en el periódico cada día: gente que se queda sin trabajo, vabundos que no tienen para comer ni dónde dormir; gente deshauciada; niñatos de mierda que queman a personas que se refugian por la noche en los cajeros de los bancos; más gente deshauciada; violencia de adolescentes, entre adolescentes, hacia adolescentes; violaciones de mujeres, de niñas, de niños, de hombres, solos o en grupo, violadores sueltos, violadores que salen de la carcel y que reinciden, violadores sin reinsertar, violadores individuales, violadores en grupo; salvajes en las calles que se mezclan con otros animales; perros maltratados y maltratadores; mujeres a las que golpean con palabras y con puños, a las que clavan armas, a las que disparan y matan; mujeres que nunca han denunciado a sus maltratadores, mujeres que han denunciado muchas veces, ignoradas, violentadas, asesinadas. Malestar, hambre, deshaucio, violencia, homicidios. ¿En qué sociedad vivimos? ¿Qué clase de mundo estamos construyendo? ¿Qué universo estamos destruyendo? Da miedo tanta miseria. Nos aterroriza la vida. Nos acecha la muerte, todos los días, todas las noches.
ALARIDOS NOCTURNOS
Duros tiempos, malos tiempos.
Se le ha
roto un botón
a la
blusa de la noche;
la tela deja
entrever los quejidos
que se le
escapan del pecho.
No es
exceso de voluptuosidad;
es
escasez de decencia.
La noche
vela,
la noche
nunca duerme.
Merodea
Nyx por los rincones
y se
asusta de tanto desatino.
Nació del
Caos y engendró el sueño,
pero en
la calle solo gesta pesadillas.
Ya no
duerme la noche,
solo
acecha.
Dormitan
los vigilantes del bienestar,
descansan
los menesterosos
del
agitado encuentro con la injusticia.
Se toman
un respiro los mendigos
que solo
extienden sus manos por el día;
por la
noche les duelen los dedos,
y les
sangra el alma,
y se les
encogen las tripas.
Se
envuelven en cartones los indigentes;
se cubren
de periódicos y
se
mimetizan con la basura,
como muchos
políticos;
eligen
algún banco que suena a topónimo
para
esconder sus posesiones;
se
apretujan en algún cajero
buscando
romper el largo frío nocturno,
siempre
con miedo:
miedo a dormirse,
miedo a no
despertarse,
miedo a
permanecer demasiado tiempo,
miedo a
la muerte,
miedo a
la vida,
miedo de
los niñatos de mierda
que se
aburren
con la
abundancia de su estupidez
y se
divierten quemando
las
miserias que les molestan.
Alguien
tendrá que coser ese botón
para que no
se oigan los gritos noctívagos,
para que
no molesten los baladros
a los
ricos anestesiados,
a los
hipócritas deshumanizados,
a los
gobernantes aletargados,
a los
narcotizados dirigentes,
a los
acomodados ciudadanos dormidos.
Son malos
tiempos, duros tiempos,
para ocultar
en la oscuridad
tantos
alaridos.
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