jueves, 8 de septiembre de 2011

Los maltratadores de la lengua

Los profesores de secundaria andan revueltos estos días por culpa de unas declaraciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Quieren obligar a los profesores a dar veinte horas de clase semanales en lugar de dieciocho. La señora presidenta arremetió contra ellos diciendo que la mayoría de la gente trabaja más de veinte horas; huelga decir que la buena señora no tenía ni idea de que esas horas se referían únicamente a las lectivas, no al trabajo total de un profesor (preparación de clases, horas de corrección, reuniones departamentales y con padres, tutorías, etc.). A los pocos días tuvo que pedir perdón por sus desafortunadas sentencias. Pero no acaba ahí el escándalo. Doña Esperanza Aguirre envió una carta hace unos días en la que les pedía a los profesores que reconsideraran su negativa a aceptar el aumento de dos horas de trabajo. Ellos le devolvieron la carta corregida, es decir, marcaron en rojo varios errores de ortografía y además hicieron anotaciones al margen acerca de su falta de claridad en la redacción. Esto ha provocado la risa y la burla de muchas personas, pero a mí me ha hecho sentir vergüenza ajena y me ha dado mucha lástima toda esta situación.

Para empezar, no creo que esa carta la haya escrito Aguirre; se la habrá escrito alguien que trabaja para ella, alguien que debería tener la capacidad y los conocimientos necesarios para desenvolverse sin problemas en su puesto, como corresponde a cualquier trabajador cualificado. Sin embargo, a pesar de tratarse de un comunicado oficial, la persona que ha escrito esa carta no se expresa debidamente. ¿Debería sorprendernos algo así? Pues por un lado sí, porque es obligación de esa persona escribir correctamente; por otro lado, no nos sorprende en absoluto, porque estamos habituados a ver por todas partes escritos mal redactados y con una puntuación que haría suspender a cualquier estudiante de primaria. Y estoy hablando de textos elaborados por profesionales de la escritura, es decir, personas expertas en el manejo de la lengua.    

Tengo la fea costumbre de irritarme cuando estoy viendo las noticias en la televisión y oigo barbaridades gramaticales y léxicas en boca de periodistas y otros peritos del idioma que usan las palabras como herramienta de trabajo. Me enfado muchísimo y me pongo a dar voces como una histérica, gritándole a la pantalla como si la corrección inmediata que yo hago pudiera llegar a oídos de ese maltratador del idioma (no voy a usar continuamente el género masculino y el femenino, lo cual no implica que sea machista). Y mi marido, acostumbrado a esos desvaríos, me da unas palmaditas en el hombro y me dice, conteniendo la risa, en un tono de lo más serio: “No te oyen”. Y yo, que soy de ideas fijas, insisto en gritar: “Pues ojalá me oyeran”.

Entiendo que un reportero que está dando una noticia en directo, sin apenas notas de las que echar mano, pueda cometer errores lingüísticos, eso nos pasa a todos, pero no me entra en la cabeza que los periodistas que están leyendo un guión, escrito por ellos mismos o por otras personas de la profesión, caigan continuamente en errores de gramática o de estructuras, que utilicen mal los pronombres de complemento directo e indirecto, o el vocabulario, o que se empeñen en trastocar los usos del verbo saber y el conocer, por ejemplo.

He oído con frecuencia a reputados periodistas decir cosas como las siguientes: “el huracán que asola la ciudad”, “el incendio que asola la zona”, “el vandalismo asola las calles”, etc. Hasta ahora no he oído jamás a ningún periodista decir correctamente este verbo que, para acabar con el misterio, se conjuga así en el presente de indicativo: asuelo, asuelas, asuela, asolamos, asoláis, asuelan. Fácil, ¿verdad? Pues no hay manera de que lo digan cabalmente. A lo mejor cualquier día, por influencia de la mala conjugación de asolar, empiezan a decir cosas como estas: “100.000 habitantes poblan la ciudad”; “en la escena se ve cómo la madre consola al niño”. Es el mismo tipo de verbo con el mismo tipo de error; o como dicen muchos en la televisión, que también está mal dicho, “mismo tipo de verbo, mismo tipo de error”. ¿Por qué tienen esa obsesión con eliminar el artículo delante del vocablo mismo/a? No lo entiendo.

El día 27 de julio leí en El País la siguiente frase: “La policía encontró en la escena del crimen un segundo arma”. No es la primera vez que veo la palabra “arma” usada como si fuera masculina; y también he visto esa misma querencia en palabras como aula o agua. Para quien no lo sepa, generalmente las palabras que empiezan por “a” o “ha” tónica, son femeninas, aunque usen el artículo masculino singular “el”. La mejor forma de ver que son femeninas es ponerlas en plural (el arma, las armas; el aula, las aulas; el agua, las aguas; el hacha, las hachas) o añadirle un adjetivo que obligatoriamente será femenino (el arma blanca, el aula pequeña, el agua fría, el hacha asesina). Hay alguna excepción, como “arte” (“el arte gótico”), pero el plural también es femenino ("las artes plásticas”). Existen otros casos en los que la regla es diferente, por ejemplo, con adjetivos interpuestos (una descomunal hacha), pero hoy ya vamos a dar por terminada la lección.

Otro de los errores habituales se produce con el uso de la partícula “ex”. Lo curioso es que en el mismo artículo he encontrado la misma palabra escrita de manera correcta e incorrecta. El término que más se repite es “exministro”, que debería estar escrito como “ex ministro”. Eso lo he visto en prácticamente todos los periódicos que leo de vez en cuando, desde los locales hasta los nacionales de gran tirada como El Mundo o El País. En este último encontré publicados el mismo día varios artículos escritos por diferentes periodistas donde aparecía lo siguiente: exdirector, excancilleres, exasesor y expresidente. Para aclararlo diré que sólo hay que separar la partícula “ex” de la palabra para que sea correcto: ex director, ex cancilleres, ex asesor y ex presidente. (NOTA: ver la entrada del día 19 de noviembre de 2011 sobre la modificación de esta regla que ha hecho la Real Academia).

Se está acercando la hora del almuerzo, lo cual significa que me sentaré delante del televisor para seguir las noticias. A ver qué sorpresas lingüísticas me encuentro hoy que me hagan gritar desesperada. Y mi marido, con su sorna habitual, me dirá aquello de “no te oyen”; y yo insistiré en mi deseo obsesivo: “Pues ojalá me oyeran”.

2 comentarios:

  1. Ojalá te oyeran, pero creo que también deberían oírte los profesores, que muchas veces no acostumbran a sus alumnos a hacerlo bien. Yo te doy las gracias en muchos casos porque a mí si conseguiste hacerme escribir mejor.

    Tu amiga para siempre

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  2. vaya espejo que me he encontrado en este blog... es como si lo hubiese escrito yo.

    primero lo malo: desde la última modificación de la rae, hace unos meses, la que suprime la tilde del adverbio sólo (al menos lo han dejado opcional, lo cual es más cutre pero al menos me deja seguir colocándole la tilde para diferenciarlo del adjetivo solo). a lo que iba: ahora se dice exmujer, exasesor y todo igual.

    por lo demás, cuando yo cometo un error en mi trabajo, me culpan, sancionan o amonestan. en casos graves, tengo que buscarme otro trabajo. si un periodista se equivoca redactando un artículo no pasa absolutamente nada.

    qué me dices de la pérdida de los ordinales (la sesenta vuelta a españa, el veinte piso...). cómo ves lo del laísmo y leísmo. y qué me dices de lo de "estaba delante mío" o "iba al lado suyo".

    y ni comentamos, a nivel político, lo de la violencia de género (las palabras tienen género, las personas tenemos sexo; género es en inglés, gender). o lo de añadir continuamente el género contrario a cada palabra, llegando a los excesos de carmen romero con su célebre jóvenes y jóvenas en la universidad de cádiz (pero de una mujer que dijo que leer periódicos no es indicativo de la cultura de un país, qué podemos esperar) o, más recientemente, bibiana aído con su miembros y miembras (y posteriormente negándose a reconocer que se había equivocado... qué atrevida es la incultura).

    ahora mismo, en la sexta, hablan de un gorila adicto al tabaco. y ponen la imagen de un orangután. que pongan mono o simio y santas pascuas. se evitan el problema.

    una cosa más: qué opinas sobre palabras como clienta o dependienta, que la gente me dice que están bien dichas; aunque, cuando le pongo ejemplos como el adjetivo pendiente, dicen que no tiene nada que ver una cosa con la otra.

    un saludo. hoy en twitter encontré a una persona que se declaraba corrector ortográfico. a ver si en realidad somos más de lo que parece...

    unblerti

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